RELATORÍA MÓDULO II. FACTORES DEL ENTORNO. Del 18 al 20 de noviembre de 2011.
Nos forman y se forman: Luciano Furcas, María, María José y Alberto.
También nos forman y nos formamos: todas esas personas que llamamos “alumnado”.
Si llego a saber que me iba a encargar de esta relatoría hubiera salido diferente a este humilde resultado, no sé si mejor, sólo diferente. Pero mantuve durante todo el fin de semana interesantes relaciones conmigo mismo, con el resto del grupo, con “la materia” del curso, con la cafeína, y con tantas otras cosas que ni sé... Y de todos esos polvos salen estos lodos... Espero que os sea útil.
Jose, el relator. accion.alisios(arroba)gmail.com
Viernes 18 de octubre.
El viaje
Vienen a mi casa Fran y Luciano desde Sevilla. Cambiamos el coche más ecológico por uno más “campero” y comenzamos una ruta evitando las principales vías de comunicación. El viaje es ya un comienzo del curso para mí. Trepidante. Sorprendente. Las conversaciones con Luciano que mantenemos Fran y yo me desconciertan, me ratifican ciertas cosas, me respaldan otras, me tumban otras más y me ofrecen nuevos pilares y visiones. Me reconozco tan “aprendiz” y tan ignorante que me alegro de todo lo que me queda por aprender y de ser capaz de buscar caminos...
El almuerzo
No podíamos comer en cualquier lugar. Queríamos un bar local para tratar de mover la economía local. Así que tarde para mi costumbre pero a tiempo para la venta a la que llegamos en Guadalcacín (pedanía de Jerez ya convertida en barrio del extrarradio) tomamos unos menús (muy mejorables creo yo) que rematamos con café con su cafeína y todo... Nadie es perfecto.
El encuentro
Avisamos de que llegaríamos tarde para lo acordado con la familia de Ecoherencia, pero bueno, así son los viajes... Y éste era singular. Al llegar a Vejer las sonrisas y abrazos se vieron brillar en el escenario frío ya de un atardecer de noviembre. Pero había calor en las miradas, las palabras y los abrazos. Luciano se pasó al coche de Ecoherencia y el nuestro se llenó de ollas, bolsas con comida y herramientas de campo. Aún así creo que “perdimos” con este trueque. Tiramos para Casa Gaia.
El fuego
Una agradable acogida en Casa Gaia nos abrió las puertas de un paseo por la finca. Inmersos en el campo la vida se ve diferente. Se huelen las posibilidades. Empieza a llegar gente que viene al curso. A algunas ya las conozco de mis andanzas jerezanas. Alegría y una sensación de sentirse acompañado que siempre ayuda. El placer de encontrarse con gente nueva. El fuego se estaba preparando. Dos horas de candela que se me hicieron cortas. Un silencio exterior a costa de quién sabe qué cosas por dentro. En mi caso tuvo que pasar un tiempo mentalmente ocupado en canciones de Sabina, frases, vivencias, ruido... Hasta que encontré un canal fogoso hacia mí mismo y comenzó un flujo de pensamiento imparable que me llevó a preguntarme-sentirme por mí mismo, por mi esencia y mi cuerpo. Sí, yo ya era parte de la llama, una llamarada sentada en una silla de playa... La sopa anunció lo pronto que había pasado todo. Recogió una cosecha de sonrisas y agradecimientos. El maravilloso sonido de las vasijas al chocar con las jarras de sopa caliente en la caja donde se guardaban -casi lo único que se escuchaba por entonces además de la naturaleza y el fuego- hacía rimas con el tintineo de las estrellas. Nos despedimos agradecidos por la experiencia ofrecida por la familia de Casa Gaia.
El descanso
Cada mochuelo a su olivo. El nuestro se encontraba en Conil, no muy lejos, en casa de Sara. Quien nos acogió con excelente amabilidad y atención. Nos volvió a ofrecer otra riquísima sopa, comimos queso y fruta. Conversación e infusión. A descansar.
Sábado 19 de noviembre.
El reencuentro
Ahora sí, a lo grande. Más de 30 personas en Casa Gaia besándose, sonriéndose, tejiendo sus complicidades, abriéndose a nuevas personas... Bienvenida y reencuentro “oficiales”. El tiempo meteorológico será excelente para hacer que busquemos refugio. El tiempo preciso de oir las primeras palabras y ver los primeros gestos de Luciano en el campo. La lluvia nos acoge, así que las prácticas de campo quedarán para otro momento.
Sigue el camino de la Casa Esmeralda
No lejos queda. Ya la lluvia cae sin timidez. Botas fuera, organizamos el espacio, ¿cabremos? Nos tocará trabajar bajo techo. Hay ganas de campo sin embargo.
Conjunción copulativa.
La que enlaza una cosa “y” otra. El módulo I “y” el II.
Nos presentamos las allí presentes y presentamos nuestros proyectos. Me sorprende mi primera conclusión del curso (y eso que “aún no había empezado” para mí -que no pude asistir al primer módulo-): mi (principal) proyecto de permacultura ¡¡soy yo!!
Se hace un repaso a los temas del módulo previo. El amarillo de la altabaca nos hace hablar de porqué está donde está, cómo ha llegado, su capacidad de adaptación, las cosas que le gustan, la información que nos brinda, los beneficos que oferta, qué hacer con ella o qué no hacer -entramos de lleno en la permacultura: ¿actuar sin observar? No, gracias.-
El grupo de las lechugas nos hace un repaso del módulo previo: principios éticos y de diseño de la permacultura, las zonas de diseño (donde se destacó la zona 0.0 = el propio ser humano permacultor), y otros contenidos tratados. Se recordaron las dinámicas de trabajo que al parecer gustaron mucho pero que mucho.
Luciano y ya "se me fue la cabeza"
Le tocó el turno a Luciano, que nos introdujo al tema y se introdujo a sí mismo. Nos ofreció tres videos (dos de ellos ya los he colocado en el canal Permacultura TV de mi blog RedAraña http://redaranha.blogspot.com/ ) que sin duda nos animaron y nos abrieron dudas e interrogantes.
La exposición de Luciano -salpicada de preguntas del grupo- fue profunda, compleja y densa, amplia y para mí desconcertante. No pretendo aquí hacer un resumen de la misma (cada cual tiene el suyo propio), pero a mí me descolocó mucho (para bien). El biorrollo dió lugar a las dudas y al desconcierto generalizado, incluso de quienes ya creíamos entender lo que era y de repente otra vez en sombras. El biorrollo no es sólo una herramienta o una técnica, es la esencia de la permacultura para Luciano (si no le entendí mal): diseñamos la base del sistema y lo dejamos evolucionar (¡casi ná!). Otro “batacazo”: El diseño es una experiencia comunitaria, aunque nos negáramos a ello.
El almuerzo nos ofreció una pequeña tregua, pero a la vuelta retomamos el biorrollo para aclarar dudas y conceptos de la permacultura práctica. Se ampliaron los temas que me sacaban de mis esquemas previos: la memoria de las plantas, la memoria de la tierra, la conexión entre la biodiversidad del territorio y la biodviersidad interna del ser humano (“salud” le llaman algunas personas)... Ahora empiezo -sólo empiezo- a ver cuanto me rodea de una manera diferente, incluso a entender algo de lo que pasa a mi alrededor con nuevos pilares... Tuve que cambiarme de sitio para estar más cerca de Luciano y poder ver las caras de todo el grupo -lo necesito para comunicarme visual o verbalmente-. Eso me ayudó a concentrarme y recibí una nueva paliza de “cosas que ni imaginaba”.
El cerebro y el cuerpo todo se me activó, en la pausa de la merienda me reuní de urgencia con Fran para hablar de la cantidad de pequeñas cosas que podríamos ir ensayando en nuestro proyecto común de permacultura, de cosas que antes quizá no tenían tanto sentido... ¡Madre mía, qué día! Y yo sin tomar café...
Hubo muchas consultas -“¿qué hay de lo mío?”- que la verdad ayudaron creo a ver las posibilidades prácticas de la permacultura y la aplicación de sus principios.
Evaluando
Casi al final de la tarde la familia de Ecoherencia nos puso en más de un quite al evaluar nuestros conocimientos en este módulo. Y no tanto por sentirnos examinados -que no había lugar, creo-, sino -al menos en mi caso- por tener que posicionarnos éticamente frente a ciertas cuestiones planteadas. Como la vida misma.
El agua
Todavía antes de cenar -si no recuerdo mal- Luciano retomó la palabra para hablarnos más del agua. Ahí otra vez la cabeza se me iba... ¿Es que esto no va a parar nunca? La memoria del agua, la información del agua, la vida del agua, la capacidad dinámica del agua, la capacidad de comunicación del agua con otras aguas...
La bendita cena
Cenar, un rato de charla, recoger y dejar limpito el espacio cedido para impartir la sesión de hoy. Gracias por la acogida. Gracias a las cocineras.
Domingo 20 de noviembre.
Al cole
Empezamos la mañana trabajando sobre los servicios ecosistémicos y su contabilidad económica, con reflexiones sobre la capitalización de los mismos (¿pragmatismo educativo-funcional o perversión capitalista?).
Hicimos un ejercicio en pequeños grupos sobre diversos ecosistemas, y aunque nos pudieron la imaginación y las ganas de transformar, no dejamos de hacer un análisis que creo que al fin y al cabo era lo que se nos pedía.
Desayuno para reponer fuerzas -esta vez pillé además un cafelito en la venta de al lado ;-) - y temas de organización del curso. San Cucufato hizo aparecer las llaves de mi coche con la mediación de Afri en un bolsillo del chaquetón de Fran.
Gracias por abrirnos las puertas del cole "a nuestra edad".
Evaluando el módulo
Antes de irnos al campo hicimos una evaluación individual del módulo (yo también una autoevaluación de mí mismo), aprovechando el momento.
Enrrollándonos con la naturaleza y haciéndole “las pelotas”
Pues ahí empezamos por fin a practicar en el campo en Casa Gaia. Comenzamos haciendo un buen número de bolitas de barro con semillas (al estilo de Fukuoka), previa explicación de Luciano no sólo de cómo hacerlas, sino de porqué y cómo usarlas en un marco general de actuación (puso diversos ejemplos).
Y mientras se secaban algo nos bajamos a hacer por fin ¡unos biorrollos! Estudiamos el terreno, los flujos de energía, los flujos de agua, la historia de la finca y el entorno -¡memoria de la tierra!, la relación con el vecindario -diseño comunitario-, el estado actual de la finca y su previsible evolución, las opciones y algunas de las cosas que ya se han hecho...
Y nos pusimos tras eso manos a la obra con los biorrollos como medida para empezar un trabajo de permacultura en el exterior. Comprobando curvas de nivel, recogiendo material para los biorrollos, enrollándonos al fin y al cabo con nosotras mismas y con el entorno. Y en poco tiempo no sólo pudimos obervar un montón de cosas sino cubrir un buen puñado de metros con una primera línea de biorrollos en la zona alta del terreno -que luego rellenamos de bolitas con semillas- y analizar cómo sería una línea de biorrollos en la zona más baja.
La despedida
La hora de comer, nos pasamos del horario previsto. Merecía la pena. Nos despedimos... Nos vemos, me llamas, las fotos, mándame eso anda, por dónde vas tú... y no sé cuántas cosas más que solemos decir cuando nos despedimos de alguien... O de mucha gente en apenos unos minutos.
El viaje de vuelta
De nuevo Luciano, Fran y yo, barriga llena y saciada esta vez con mayor fortuna en cuanto a los alimentos ingeridos en la venta de turno. Y de postre una visita corta pero intensa a Santa Lucía, un lugar lleno de agua.
De Vejer a Sevilla pasando por la Bahía
No lo pude evitar, me despisté o me quise despistar, pero el viaje nos hizo cruzar la Bahía de Cádiz cuajada (cada vez menos) de salinas, marismas, caños, patrimonio... Mi hogar durante muchos años, que me apetecía compartir con estos amigos.
La familia
Y al despedirnos de esta pequeña familia hallé el camino para reencontrarme con mi otra familia, la que me esperaba en casa con ganas de achuchones y cuentos, y que qué has hecho, y que qué te han contado... Uf, ¿por dónde empezar? Por disfrutar simplemente... Y mañana será otro día.
Epílogo
Mis conclusiones (muy) personales:
Mi principal proyecto de permacultura soy yo.
La permacultura es un estado de consciencia.
La permacultura no es un método, ni siquiera un conjunto de herramientas. Es una manera de vivir.
Antes de hacer o no hacer, observar. Lo que tengo delante: ¿de qué me está hablando?
¿Quien llama a quien: la tierra a la planta, el agua a la planta, la tierra al agua, la planta a la tierra, la planta al animal, la planta al sol...? Las cosas se comunican e interactúan con inteligencia (aunque mi inteligencia no lo entienda) y participan en el diseño comunitario.
Las cosas tienen memoria y la memoria interviene en cómo actúan.
Al pensar en las funciones del ecosistema: no dejar las obvias en el tintero.
La permacultura es crear ambientes preparados para el desarrollo libre de los procesos de vida. Observa e interactúa, con amor y con respeto.
Jose.
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