domingo, 7 de febrero de 2010

CIDEP El Bolsón






Del 17 al 27 de Enero tuve la suerte de hacer un curso de Diseño de Permacultura en El Bolsón. Un sitio hermoso,con gente más hermosa aún.



Éramos sólo un pequeño grupito de 14. El de arriba es Rubén, uno de los amigos que he ganado en este viaje. Las fotitos salen tan pequeñas porque las robé del facebook de Andy,





Esta es la casa en la que dormíamos,arriba está el dormi, abajo el sum y la cocina...una cocina de la que no pararon de salir exquisiteces los 10 días, desayuno de granola recién tostada, panes caseros, pastel de quinoa, pastas caseras, algas para aderezar, champán de sauco, cerveza artesanal...absolutos manjares!




Un día me bañé con Andrés en este agua tan fría, el arroyo e enmedio. El primer día vine aquí a echarme una siesta estupenda con Diana y Ceci, otras dos amigas que gané, que tienen hijos de mi edad pero son tan niñas, alegres, divertidas, sencillas...







El primer día allí sentados frente al sum, los dos cursos juntos (pues había otro grupo de 9 personitas) y los voluntarios (María, Celine, Diogo y Poly, Trini, Lucas, Paola...)...desde entonces ya sentíamos la magia de este huequito de la patagonia...un lugar donde todos dudamos por algún momento el venirnos a vivir...donde el respeto, la humildad y la sencillez que se vive entre ellos es rara en el frenético ritmo que a veces tiene la vida.








Hubo espacio para juegos, para bromas, para confesiones, para soñar un futuro diferente, para diseñar nuestros sueños y creernos que pueden ser verdad, para sentirnos menos loquitos..., menos solos en nuestras maneras de soñar el futuro, de vivir el presente.











Hubo hermosas noches de fogón, con las canciones de Guille, el charango de Victoria...









Un calendario repleto de mundos por conocer,de espacios para desaprender, preparados desde la honestidad de Adriana y Carlos. Más que las enseñanzas de la permacultura, aprendimos de la experiencia vital de Carlos, quien sin miedo nos contaba todo su proceso hasta llegar a El Cidep, todas sus anécdotas, su inocencia. Un ejemplo de humildad, sin lugar a dudas.







Pusimos las manos en el barro para tener un pequeño contacto, una pequeña participación en las bioconstrucciones que están brotando por todo su espacio.





Y hubo hermosos momentos de relax, y hermosas conversaciones, con Ale, Agus, Inga, Lily, Clau...tantas cosas que hemos aprendido unos de otros!

Hubo espacio también para comenzar a definir "ecoherencia", incluso Guille me ayudó a comprar un dominio para hacer una futura web.



Y antes de regresar a mi última etapa en El Manzano, Pioja me ofreció el hogar de su hermano en Valdivia, donde pasamos unos días echando de menos al grupo, alos vínculos que se habían creado, donde nos raspaba la vuelta a la realidad...pero eso es otro cuento.